
En el artículo Fuguet dice:
“Papelucho es una de las voces narrativas nacionales más punzantes, agudas, perfectas en su tono, desafiante en su ira, incondicional con sus ideales y afilada a la hora de cortar con una inocencia casi aterradora la gruesa capa de desdén y la mediocridad de nuestra burguesía poco ilustrada”.
“Papelucho es un chico dañado, al que le faltan la plaza y calle, por mucho que se sienta un patiperro, que en vez de estar jugando con sus amigos le está escribiendo sus cosas a un diario”.
Fuguet en este contexto reconoce tenerle cariño al personaje y lo considera uno de los personajes fundamentales del canon literario nacional, dentro de todo lo escrito por Fuguet me aniquilaron los últimos párrafos:
“ Lo mejor de Papelucho y el Marciano es un intercambio al final que poco y nada tiene que ver con E.T. Papelucho se despide de su amigo que lo abandona y, con pena, le pide un consejo:
___ ¿Y ahora qué hago yo?
___ Lo mismo que hice yo en la Tierra: Aguantar.
Aguantar, con ese extraño consejo finalizo por hoy mis escritos.