Y estaba esperando que él se refugiara, que al menos el instinto lo hiciera recordar donde estaba.
Esperaba siendo el refugio que él no solicitaba y que vació espera sin ninguna esperanza. Nada hizo cambiar de parecer su terca visión de que la soledad es continua y en verso, que la lentitud de las palabras se trazan sobre la arena esperando la remoción del viento una y otra vez.
Ella esperaba que solicitará el refugio y él esperaba que la soledad fuese silencio.
Ella recordaba el futuro incierto y él entretejía un pasado difuso.
Complicaciones certeras del individualismo colectivo al que profesaban disgusto pero que amaban con melancolía de niños huérfanos, entrelazaron sus silencios y se quedaron dormidos.